Las relaciones interpersonales pueden ser extremadamente complejas, si a ellas les agregamos el condimento del vínculo tan fuerte que se genera entre padres e hijos esto puede complicar aún más las cosas. Nuestros referentes de toda la vida siempre serán nuestros padres y son un ejemplo más que importante de cara a la manera en que nos comportamos de adultos, por eso el modo en que ellos se vincularon con nosotros es más que importante.
Hay muchas cosas de la relación con los padres que damos por sentadas pero que con perspectiva nos damos cuenta que no eran tan normales, repasemos algunas. Un ejemplo es el NO prestarnos atención. Un padre ausente es una cosa, pero un padre presente y emocionalmente inaccesible es otra muy distinta e inclusive peor aún. Un niño que no pudo vincularse con sus padres seguramente tenga problemas para relacionarse con las demás personas de adulto.
Otro caso más que normal era lo que se denomina “chantaje emocional”, esto se da cuando dicen o hacen algo que nos haga sentir mal para lograr que hagamos algo que ellos quieren. Una forma muy habitual de manipulación es decir cosas como "te he dado todo y mira cómo me tratas". Esto solo genera culpa y confusión en un pequeño.
Otra muy grave es el hecho de no tener en cuenta los sentimientos del niño. Cuando expresaban sus miedos o dolores y decir “no pasó nada” o “no seas exagerado” simplemente hace pensar al pequeño que sus sentimientos no cuentan o que no importa, es por ello que siempre se deben escuchar con mucha atención sus manifestaciones emocionales, por muy pequeñas que parezcan.
Finalmente el hecho de “no hablarnos” como un tipo de penitencia es sumamente grave. Que tus padres no te dirijan la palabra es una experiencia horrible, además de una forma muy poco saludable de lidiar con los problemas. Es importante tener todos estos datos en cuanta para librar a las generaciones futuras de prácticas tan tóxicas