Las semillas de calabaza tienen varias propiedades que ayudan al funcionamiento del organismo y son buenas aliadas a la hora de prevenir enfermedades. Tienen un alto valor nutricional, son simples de preparar y versátiles en la cocina. Así que, ya sabes, la próxima vez que hagas un plato con calabaza, retira y guarda sus semillas.
Las semillas y pepitas comestibles que encontramos en frutas, verduras y distintas oleaginosas guardan un verdadero tesoro. Una gran parte de este universo son comestibles, pero muchas no se las puede consumir al natural y se tienen que someter al algún tipo de preparación. El alto valor nutricional que aportan las convierte en uno de los ingredientes clave para una dieta saludable.
Dependiendo del tipo de calabaza, se las puede encontrar en distintos colores. Podemos ver semillas en color verde, marrón, naranja o con vetas amarillas o blancas. Este alimento es rico en zinc, fósforo, cobre, potasio, hierro y magnesio. Además, las semillas de calabaza contienen ácidos grasos, omega 3 y omega 6.
Entre los mayores beneficios de consumir semillas de calabaza encontramos que equilibran el PH del organismo, esto significa que ayudan a disminuir la acidez. Otro valor positivo es que colaboran en reducir el colesterol malo. Y al ser una buena fuente de proteínas y minerales, mantienen nuestros huesos fuertes.
El procedimiento para preparar las semillas de calabaza es simple. Primero hay que extraer las pepitas y lavarlas. La cocción más popular es hervirlas en agua con sal y luego colocarlas en un horno a temperatura media para que se tuesten. De esta manera, ya se pueden consumir. Para algunas recetas, si es para platos salados, recomiendan volver a agregar sal en el horno. La consistencia debería quedar con la cáscara crocante y el interior suave, agradable al paladar.