La espirulina entra dentro de los denominados superalimentos y su uso es cada vez más frecuente en gastronomía. Es un microorganismo acuático similar a un alga y se le atribuyen numerosas propiedades. Su uso, en la dosis justa, es muy beneficioso para la salud.
La espirulina ha estado asociada siempre al color verde de un suplemento dietario, pero sus virtudes van mucho más allá. Este tipo de cianobacteria crece principalmente en lagos de agua dulce. Hay registros sobre su consumo muy antiguos, que se remontan a los aztecas en América.
Ente las propiedades más importantes que posee la espirulina está su alto nivel de proteína y cantidades destacables de minerales. Podemos hallar en su composición hierro, selenio, zinc y las vitaminas C, D, E y algunas del grupo B. Además, es una buena fuente de fibras y tiene un alto poder saciante, por esta razón se popularizó tanto su consumo a la hora de buscar elementos naturales para complementar con una dieta.
Al ser una gran portadora natural de proteínas, la espirulina aporta al organismo una buena dosis de energía y vitalidad. De hecho, ha sido uno de los elementos con el que componen los suplementos nutritivos para astronautas. Además, su consumo controlado ayuda a combatir la anemia, mejora de la salud cardiovascular, ayuda a controlar la diabetes y es un gran complemento para bajar de peso.
Al momento de incorporar espirulina, podemos encontrarla en su forma natural, que es la manera en la que la gastronomía la ha sumado. Por otra parte, se obtiene en cápsulas o en polvo seco. Y si bien no tiene contraindicaciones, recomendamos una consulta médica antes de ingerir este producto sin indicaciones. En particular, no es recomendables para mujeres embarazadas o lactantes. Tampoco es apropiado si ya tienes antecedentes de alergias a los mariscos o a las algas.