La cocina, como el arte, tiene sus misterios y secretos. En este universo de sabores, el limón emerge como protagonista, desafiando las expectativas y elevando incluso los postres más clásicos. Hoy, exploramos una deliciosa receta que rinde homenaje a la versatilidad de este cítrico: el flan de limón. Una propuesta sin horno, sin huevo ni gelatina, apta para celiacos e intolerantes a la lactosa, que deleitará a tus invitados.
Una adaptación cítrica para todos los gustos
Este flan de limón es más que una exquisitez; es una adaptación ingeniosa para satisfacer diversas necesidades alimentarias. Su ausencia de huevo y gelatina lo hace especialmente inclusivo. Es una opción perfecta cuando el horno no es una posibilidad o cuando los ingredientes escasean. Aquí, la preparación es simple: mezclar y reposar, un ritual culinario al alcance de todos.
Ingredientes para el éxito
Empezamos preparando el caramelo. En una sartén ponemos el azúcar y el agua y dejamos cocer sin tocar hasta que se forme un caramelo de color rubio oscuro. Es importante no remover para evitar que se formen cristales y conseguir que quede bien fino. Repartimos en cuatro flaneras y reservamos para nuestro flan de limón.
En una olla o cazo calentamos el zumo de limón -colado para que esté libre de pulpa-, el agua, el azúcar y el almidón de maíz (maizena). Removemos sin parar con unas varillas hasta conseguir una crema sin grumos. Ahora, solo queda el arte del tiempo y la paciencia mientras los flanes reposan y se solidifican en la nevera.
Después de un mínimo de cuatro horas, los flanes están listos para revelar su encanto. Desmoldarlos es un acto de anticipación, pero la espera se ve recompensada con cada bocado. Aunque, como en toda obra maestra culinaria, la verdadera magia se desata cuando se esperan pacientemente toda la noche. Este flan de limón sin horno no solo es un postre; es una experiencia, una invitación a saborear la frescura cítrica en cada momento.