La piel es el órgano más grande y visible de nuestro cuerpo, y también el que más refleja el paso del tiempo y el estilo de vida que llevamos. Por eso, si queremos mantener una piel joven, sana y suave, debemos cuidarla tanto por dentro como por fuera. No se trata solo de usar cremas o tratamientos estéticos, sino también de adoptar hábitos saludables que nos ayuden a prevenir el envejecimiento prematuro y a mejorar la calidad de nuestra piel. A continuación, te compartimos 10 hábitos para una piel siempre joven (y suave) que puedes incorporar a tu rutina diaria.
Proteger la piel del sol
El sol es el principal enemigo de nuestra piel, ya que sus rayos ultravioleta pueden causar arrugas, manchas, flacidez y cáncer de piel. Por eso, es fundamental proteger la piel del sol todos los días del año, no solo en verano. Para ello, debemos usar un protector solar de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) de al menos 15, y reaplicarlo cada dos horas o después de nadar o sudar. Además, debemos evitar la exposición al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, cuando los rayos son más intensos, y usar ropa, sombreros y gafas de sol que nos cubran la piel.
Mantener una dieta sana y equilibrada
La alimentación también influye en la salud y el aspecto de nuestra piel. Una dieta sana y equilibrada nos aporta los nutrientes esenciales para mantener una piel hidratada, firme y luminosa. Algunos alimentos que benefician nuestra piel son las frutas y verduras frescas, que contienen antioxidantes que combaten los radicales libres; las proteínas magras, que favorecen la producción de colágeno y elastina; los ácidos grasos omega-3, que reducen la inflamación y mejoran la elasticidad; y el agua, que ayuda a eliminar las toxinas y a mantener la piel hidratada.
Evitar cambios de peso drásticos
Los cambios bruscos de peso pueden afectar negativamente a nuestra piel, ya que provocan que se estire y se contraiga repetidamente, perdiendo elasticidad y firmeza. Esto puede dar lugar a la aparición de estrías, flacidez y arrugas. Por eso, es importante mantener un peso saludable y estable, evitando las dietas extremas o restrictivas que pueden causar efecto rebote. Lo ideal es seguir una alimentación equilibrada y hacer ejercicio físico regularmente para controlar el peso de forma natural.
Realizar ejercicio físico diario
El ejercicio físico no solo nos ayuda a mantener un peso saludable, sino también a mejorar la circulación sanguínea y el oxígeno en todo el cuerpo, incluyendo la piel. Esto favorece la renovación celular, la eliminación de impurezas y la producción de colágeno. Además, el ejercicio físico libera endorfinas, las hormonas del bienestar, que nos hacen sentir más felices y relajados. Se recomienda hacer al menos 30 minutos de actividad física moderada al día, como caminar, nadar o bailar.
Beber la cantidad de agua recomendada
El agua es vital para nuestra salud y también para nuestra piel. El agua nos ayuda a hidratar la piel desde dentro, a prevenir la sequedad y a mejorar su elasticidad. También nos ayuda a eliminar las toxinas que se acumulan en el organismo y que pueden causar problemas como acné o envejecimiento prematuro. Se recomienda beber entre 1.5 y 2 litros de agua al día, según las necesidades individuales. También se pueden consumir otras bebidas saludables como infusiones o zumos naturales.
Reducir el estrés
El estrés es otro factor que puede dañar nuestra piel. El estrés provoca la liberación de cortisol, una hormona que altera el equilibrio hormonal y afecta a la producción de sebo en la piel. Esto puede causar problemas como acné, dermatitis o rosácea. Además, el estrés reduce la capacidad de regeneración celular de la piel y favorece la aparición de arrugas y líneas de expresión. Por eso, es importante reducir el estrés en nuestra vida diaria, practicando técnicas de relajación como el yoga, la meditación o la respiración profunda.
Evitar el tabaco
El tabaco es uno de los hábitos más perjudiciales para nuestra salud y también para nuestra piel. El tabaco contiene más de 4000 sustancias tóxicas que dañan las células de la piel y reducen su oxigenación. Esto provoca que la piel se vea más opaca, seca y arrugada. Además, el tabaco afecta a la producción de colágeno y elastina, lo que disminuye la firmeza y elasticidad de la piel. También favorece la aparición de manchas en los dientes y en los labios. Por todo esto, dejar de fumar es uno de los mejores hábitos para una piel joven.
Hidratar la piel adecuadamente
La hidratación externa también es fundamental para mantener una piel joven y suave. La hidratación ayuda a reponer el agua que perdemos por factores como el sol, el viento o el frío. Además, crea una barrera protectora que evita la pérdida transepidérmica de agua y previene la deshidratación. Para hidratar la piel adecuadamente debemos usar productos específicos para nuestro tipo de piel (seca, grasa o mixta) y aplicarlos dos veces al día: por la mañana y por la noche.
Limpiar y desmaquillar adecuadamente la dermis
La limpieza es otro paso imprescindible para cuidar nuestra piel. La limpieza permite eliminar las impurezas que se acumulan en los poros durante el día: restos de maquillaje, sudor, polvo o contaminación. Estas impurezas pueden obstruir los poros e impedir que la piel respire correctamente. Esto puede causar problemas como puntos negros, granitos o falta de luminosidad. Para limpiar la piel adecuadamente debemos usar productos suaves que no alteren el pH natural de la piel ni eliminen su capa protectora1. Debemos limpiar la piel dos veces al día: por la mañana para eliminar las toxinas que se generan durante la noche; y por la noche para eliminar los restos del día.
Complementar los cuidados faciales con algún tratamiento estético
Por último, si queremos potenciar los resultados de nuestros cuidados faciales podemos recurrir a algún tratamiento estético con el que podamos incrementarlos. Existen diferentes opciones según nuestras necesidades: desde peelings químicos o microdermoabrasión para exfoliar e iluminar la piel; hasta mesoterapia o láser para estimular la producción de colágeno; pasando por rellenos o toxina botulínica para atenuar las arrugas o dar volumen. Estos tratamientos deben ser realizados por profesionales cualificados que nos asesoren sobre cuál es el más adecuado para nosotros.