El kiwi es una fruta deliciosa y nutritiva, que se caracteriza por su piel marrón y velluda, y su pulpa verde y jugosa. Tiene un sabor dulce y ácido, y es muy rico en vitamina C, fibra y antioxidantes. Este fruto proviene de una planta trepadora llamada actinidia, que se cultiva en zonas de clima templado. Existen diferentes tipos como el común, el dorado o el baby kiwi, que varían en tamaño, color y sabor.
Si te gustan los kiwis y quieres tener tu propia planta en casa, puedes hacerlo a partir de las semillas de la fruta. Es un proceso sencillo y divertido, que te permitirá disfrutar de esta fruta exótica y saludable. Por lo tanto, si estás preparada, no te pierdas esta nota en la que te daremos todos los tips que necesitas para tenerla en tu hogar.
Para obtener las semillas de kiwi, sólo necesitas una fruta madura que hayas comprado en el supermercado o en una tienda especializada. Algunos jardineros recomiendan usar frutas orgánicas, ya que sus semillas pueden germinar mejor. Lo primero que debes hacer es pelar el fruto y extraer las semillas. Puedes hacerlo con una licuadora o con un tenedor, aplastando la pulpa sobre un colador. Luego, lava las semillas con agua para eliminar los restos de jugo.
Cómo germinar las semillas de kiwi
Las semillas de kiwi necesitan pasar por un proceso llamado estratificación para poder germinar. Esto significa que deben estar expuestas al frío durante un tiempo para salir de su estado de dormancia. Para estratificar las semillas, debes colocarlas en un recipiente con un poco de agua y meterlas en el refrigerador durante unas seis semanas. Debes cambiar el agua cada dos o tres días para evitar que se pudran.
Pasado ese tiempo, debes sacar las semillas del refrigerador y plantarlas en un sustrato húmedo. Puedes usar una maceta o una bandeja con agujeros de drenaje. Cubre las semillas con una capa fina de tierra y riega con cuidado. Ya casi tienes tu planta de kiwi lista.
Cómo cuidar las plantas de kiwi
Las plantas de kiwi tardan entre dos y cuatro semanas en brotar. Debes mantener el sustrato húmedo pero no encharcado, y colocar la maceta o la bandeja en un lugar con luz indirecta. Elige un sustrato rico en materia orgánica y con buen drenaje. Riega regularmente pero sin exceso.