¿Quieres tener un cabello liso, suave y brillante sin gastar mucho dinero ni usar productos químicos que lo dañen? Entonces te tenemos una solución natural, económica y efectiva: el bicarbonato de sodio. Este ingrediente que seguro tienes en tu cocina tiene múltiples beneficios para el cuidado del cabello, entre ellos, ayudar a alisarlo de forma natural. A continuación, te explicamos cómo hacerlo y por qué funciona.
Los beneficios del bicarbonato de sodio para el cabello
El bicarbonato de sodio es un compuesto alcalino que ayuda a regular el pH del cabello y a eliminar la suciedad y la grasa que se acumulan en el cuero cabelludo. Además, este ingrediente, tiene un efecto exfoliante que elimina las células muertas y mejora la circulación sanguínea, lo que favorece el crecimiento. Por otro lado, el bicarbonato de sodio también ayuda a alisar, ya que suaviza las cutículas capilares y reduce el frizz o encrespamiento. Así, el cabello queda más liso, manejable y con más brillo.
Cómo preparar la pasta de bicarbonato de sodio y agua
Para preparar la pasta de bicarbonato de sodio y agua que te ayudará a alisar el cabello, solo necesitas dos ingredientes: una cucharada de bicarbonato de sodio y suficiente agua para formar una pasta espesa. La cantidad exacta de agua puede variar según la longitud y el grosor de tu pelo, pero asegúrate de que la pasta sea fácil de aplicar. Puedes usar un recipiente pequeño y una cuchara para mezclar los ingredientes hasta obtener una consistencia homogénea.
Antes de aplicar la pasta de bicarbonato de sodio y agua en el cabello, debes lavarlo con tu champú habitual y secarlo con una toalla. Luego, divide el cabello en secciones y aplica la pasta desde la raíz hasta las puntas, masajeando suavemente el cuero cabelludo. Deja actuar la pasta durante 20 minutos y luego enjuaga con abundante agua tibia. Puedes usar un acondicionador para hidratar el cabello después del tratamiento.
Para mantener el efecto alisador del bicarbonato de sodio, puedes repetir este tratamiento una vez por semana o cada 15 días, según tu tipo de cabello. No lo hagas más seguido, ya que podría resecar o irritar tu cuero cabelludo. Además, puedes complementar este tratamiento con otros cuidados, como usar un protector térmico antes de usar la plancha o el secador, cepillarlo con un peine de cerdas naturales y evitar los productos que contengan alcohol o sulfatos.