Antes de convertirse en la reina consorte de los Países Bajos, Máxima Zorreguieta llevaba una vida tranquila y alejada de los reflectores de la realeza. Nacida en Buenos Aires, Argentina, el 17 de mayo de 1971, Máxima vivió una infancia y adolescencia marcadas por la cercanía familiar y sus estudios en Economía.
Una infancia y adolescencia en Argentina
Máxima Zorreguieta pasó su infancia en la ciudad de Buenos Aires, creció en un departamento del elegante barrio Recoleta, Su escolaridad tuvo lugar en el exclusivo Colegio Northlands. Su padre, el ya fallecido Jorge Zorreguieta, fue secretario de Agricultura y Ganadería durante la dictadura del general Videla, un pasado que más tarde le pasaría factura a su hija en los Países Bajos. Desde joven, mostró un gran interés por la economía y la política, lo que la llevó a estudiar Economía en la Universidad Católica Argentina, donde se graduó con honores.
Máxima fue una niña con un buena nivel académico en la escuela, aficionada al esquí, a la serie "La casa de la pradera" y a la repostería. Su madre la obligaba a hacer deporte y controlaba sus comidas para que bajara de peso. Máxima no llegó a sufrir anorexia como su hermana Inés, pero el control de peso y las dietas fueron cotidianas en su juventud.
Sus primeros pasos profesionales y el encuentro con Guillermo Alejandro
Tras completar sus estudios universitarios, Máxima trabajó en el sector financiero en Argentina y Nueva York, donde conoció al príncipe Guillermo Alejandro de los Países Bajos en 1999. Su encuentro casual durante una feria en Sevilla marcó el inicio de una relación que cambiaría su vida para siempre. El romance entre Máxima y Guillermo Alejandro fue recibido con gran entusiasmo por parte del pueblo neerlandés. A pesar de las diferencias culturales y del escrutinio público, la pareja supo superar los obstáculos y consolidar su relación. En 2002, contrajeron matrimonio en una ceremonia que atrajo la atención de todo el mundo.
Tras convertirse en reina consorte en 2013, Máxima ha desempeñado un papel activo en la vida pública de los Países Bajos, centrando sus esfuerzos en áreas como la inclusión financiera, la salud mental y el empoderamiento económico de las mujeres. Su carisma, cercanía y compromiso la han convertido en una figura muy querida por el pueblo neerlandés. A lo largo de los años, Máxima ha demostrado ser una líder comprometida y dedicada, tanto en su papel como reina consorte como en su labor humanitaria. Su capacidad para conectar con la gente, su elegancia y su compromiso con las causas sociales han dejado un legado imborrable en los Países Bajos y en el corazón de quienes la admiran.