El vestido de novia que usó la Reina Sofía un 14 de mayo de 1962 cuando se casó en Atenas con el Rey Juan Carlos I de España continúa siendo maravilloso, aún cuando cumple su 60 aniversario. Fue utilizado por su propietaria por primera vez en la iglesia de San Dionisio y es considerado como una verdadera obra de arte.
El vestido de novia es de corte sencillo, en apariencia, pero logra cautivar con cada uno de los detalles que lo convierten en una pieza única. Se conserva, bajo estricto protocolo, en el Museo de la Vida, una de las estancias del Palacio Real de Aranjuez a ventanas cerradas para evitar el deterioro y una iluminación artificial muy tenue.
Dentro de una vitrina especial, se encuentra el vestido de novia de la Reina Sofía, una pieza especial que cuenta con la siguiente descripción curatorial: “Confeccionado en lamé de plata, cubierto de tul. El frente del vestido está realizado en encaje de Bruselas. La cola, de cinco metros, sale de los hombros con un pliegue central tipo Watteau, adornada con el mismo encaje en los laterales. Se acompaña del velo nupcial de encaje que había lucido su madre, la Reina Federica de Grecia, sujeto por la diadema de diamantes estilo imperio, que había sido propiedad de su abuela Victoria Luisa de Prusia”.
El vestido de novia de la Reina Sofía, que hoy es una parte fundamental de la historia española, fue una creación de Jean Dessès y soberana lo acompañó con un tocado confeccionado Paulette y unos zapatos de la marca Roger Vivier. Detalles que fueron especialmente confeccionados para acompañar a la prenda principal.
La Reina Sofía quiso que su boda quedara grabada en las retinas del mundo, y es por eso, que su vestido de novia, contó con cientos de detalles sutiles bordados en el encaje, en los laterales de la cola y en toda su confección. Quienes lo visiten se llevarán la sensación de haber viajado al pasado, rodeados de hilos que se entrelazan para hacernos observar un trabajo artesanal que nos habla de 1962 en España.