Si hay algo identifica a la monarquía, y en especial a la británica, es la corona. Ese lujoso y sofisticado artefacto que ha servido por cientos de años como emblema del poder que tiene el rey por sobre toda la población. Por su alto contenido de piedras preciosas y joyas es uno de los artículos más valiosos del Reino Unido.
Históricamente, la corona de San Eduardo es la que se utiliza para coronar a los reyes de Inglaterra, en su momento fue la que utilizó la difunta reina Isabel II y es su momento hubo que ajustarla ya que le quedaba exageradamente grande con respecto a la circunferencia de su cabeza. En este caso el proceso será el inverso ya que la cabeza de Carlos III es mucho más grande que la de su madre.
En los últimos días, la corona ha sido removida del museo de joyas reales que hay en la Torre de Londres. El objetivo es poder agrandar la corona y en el proceso también habrá que agregar más piedras preciosas ya que la extensión del radio de la cabeza hace que tengan que poner más joyas. Esto va en detrimento de una de las políticas que quiere llevar adelante el rey Carlos III durante su mandato.
Es que el nuevo monarca quiere implementar un reinado más austero en cuanto a los gastos de la corona y quitar la creencia de que la realeza en solo un gasto innecesario por parte de la sociedad para mantener a algunos pocos, en este caso a toda la familia de reyes y príncipes que nada aporta a la sociedad en sí.
Se planea que la ceremonia de coronación en la que el rey Carlos III finalmente sea coronado con la corona de San Eduardo se lleve a cabo el próximo 6 de mayo. La idea es que sea un evento austero y sin mayores gastos para evitar el despilfarro del dinero público, veremos si cumple con su palabra o veremos los típicos procesos fastuosos llenos de lujo y ostentación.