El Rey Juan Carlos I siempre fue un amante de los coches. Es un hobby familiar que viene desde hace tiempo en la familia real. Tanto su padre como su abuelo el Rey Alfonso XIII fueron grandes coleccionistas de automóviles. Aunque su hijo el Rey Felipe también tiene los mismos gustos es un poco más discreto que sus antecesores.
A lo largo de su vida el Rey Juan Carlos I adquirió verdaderas joyas que algunas ocasiones fueron cedidas por las mismas firmas de automóviles. Es el caso de un Maybach 57 que fue entregado por la firma Mercedes Benz para que el monarca lo luzca en sus salidas públicas. También tuvo en su cochera el Audi Sport Quattro que fue usado en una competencia de rally.
Pero sin dudas el automóvil más extravagante que tiene el Rey Juan Carlos I es un Porsche 959. Este es el coche preferido del ex monarca pero no tiene los mejores recuerdos. Con este vehículo sufrió un accidente cuando viajaba rumbo a Baqueira.
Su hijo el Rey Felipe tampoco se queda atrás con la tradición familiar y también tiene en su garaje automóviles de lujo. Su primer automóvil fue un Seat 600 descapotable exclusivamente hecho para el entonces príncipe. El actual monarca tiene una afición especial por estos vehículos pero un tanto más discreta que su padre y prefiere mantener una línea más austera que los anteriores monarcas.
El Rey Felipe es más medido en las finanzas y no le gusta ostentar todo el dinero que tiene. Por eso su vehículo permanente es un Audi RS6 que fue adquirido por su padre. Este coche está especialmente equipado en cuestiones de seguridad y tiene un blindaje importante ante cualquier ataque desde el exterior. Desde hace años los automóviles fueron la gran debilidad de los hombres de la familia real.