Los ojos del mundo se posaron por toda una jornada en la ciudad de Londres. El motivo fue el funeral oficial de la fallecida Reina Isabel II, uno de los eventos más emocionantes en la historia moderna de la humanidad. No hubo personalidad, ya sea de la política, el arte o el deporte que no quisiera estar presente en dicho acto.
La capilla ardiente se ejecutó en uno de los salones más antiguos de Inglaterra como lo es la capilla de Westminster del parlamento británico, para dar luego paso al funeral de estado en la Abadía de Westminster ubicado enfrente del parlamento. Después del funeral, alrededor de las 13.15 horas, el ataúd de la reina fue llevado en una procesión a pie desde la abadía hasta el Arco de Wellington, en la plaza Hyde Park Corner.
Una vez en el Arco de Wellington, el ataúd ha viajado en el coche fúnebre real hasta el Castillo de Windsor, situado a 32 kilómetros al oeste de Londres, donde la reina fue enterrada junto a su esposo y sus predecesores reales en la Capilla de San Jorge.
Una de las imágenes más esperadas por la sociedad española era el reencuentro del rey emérito Juan Carlos I y la Reina Sofía y su hijo el actual Rey Felipe VI y su esposa la reina Letizia. La realidad es que dicho encuentro estuvo marcado por la seriedad y la casi indiferencia. Es una realidad no era el momento de realizar gestos muy ampulosos ni afectivos pero no hubo contacto alguno entre las dos parejas en cuestión.
Finalmente la Reina Isabel II ya se encuentra enterrada en la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor y de este modo se pone fin a más de 70 años de reinado y comienza el legado de una de las personas más influyentes en la historia de la monarquía británica.