Los escoltas de la realeza son famosos por su discreción. No solamente con ellos, en varias oportunidades, al estar entre los mejores de su profesión también han sabido cuidar a famosos. Hoy por hoy, no hay miembro real o celebridad que no se mueva sin o varios de ellos, aunque no siempre se dejan ver.
Tom Cruise, David Beckham, Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, todos ellos tienen escoltas. También miembros de la realeza como la Reina Letizia, el rey Felipe IV, sus hijas Leonor y Sofía, todos ellos tienen sus propias custodias entrenadas para dar la vida por sus clientes y no dejar ningún detalle al azar.
Jacquie Davis es conocida por ser la primera escolta de Gran Bretaña. Supo proteger a J.K. Rowling, la autora de Harry Potter y fue la responsable hace unos años de proteger a Meghan Markle cuando esta, por un golpe de calor durante uno de sus embarazos, debió ser evacuada de emergencia de un mercado de Fiji. El rostro de David mientras la protegía fue parte de la mayoría de las fotos.
En España, los escoltas de la realeza han sido protagonistas de anécdotas que han quedado plasmadas en libros. En tiempos donde el Rey Juan Carlos I estaba de amores con Corinna Larsen, en un viaje de caza a Botsuana, el emérito se fracturó la cadera. Al volver en el avión privado, la germano-danesa pidió que la dejaran a ella antes en Ginebra y la respuesta fue histórica: “Primero vamos a Madrid y después se puede ir usted a la mierda”, cuenta Ana Romero en El Rey ante el Espejo.
A veces, la relación entre el escolta y el miembro de la realeza es tan cercana que traspasan todo tipo de límite. Muchas veces la custodia funciona a modo de oído para los problemas, de hombro para llorar o para dar consejos y eso a veces hace que la relación se vuelva muy cercana. Así fue como Barry Mannakee fue vinculado sentimentalmente a Lady Di y luego fue apartado del servicio de la princesa.