Sin duda alguna la vida de Charlene de Mónaco no es lo maravillosa que cualquiera podría pensar que es. Siendo una de las royals más importante de uno de los principados más lujosos del mundo, todo haría parecer que uno es sencillamente feliz, pero nada más lejos de la realidad para esta ex nadadora olímpica que tiene uno de los títulos más prestigiosos del mundo como el de Princesa de Mónaco.
Pero como decíamos estos títulos y gran estatus también tienen su precio y muchas veces es la propia felicidad. Los allegados afirman que por ejemplo su matrimonio con el príncipe Alberto ha sido un verdadero dolor de cabeza desde sus comienzos. Tanto es así que ella en reiteradas oportunidades intentó escaparse de Mónaco para no volver nunca más a esa vida, pero que tanto su por entonces novio como el mundo royal no se lo permitieron.
En un movimiento casi de secuestro, las malas lenguas aseguran que el príncipe Alberto le retuvo el pasaporte a Charlene de Mónaco para que no pudiera irse del principado.
El problema era que los rumores de infidelidades por parte del príncipe llovían del cielo y este era uno de los motivos principales para escapar, pero lamentablemente para ella, no podía. Ella no soportaba la idea de que todo el mundo estuviera al tanto de todas las veces que él le era infiel con cuanta mujer se le cruzara y quiso terminar con todo, pero el mundo royal la absorbió.
Un cruel apodo que le supieron poner por su constante cara afligida en los evento a los que acudía hicieron que la prensa la comenzara a llamar “La princesa triste”, ya que su rostro siempre demostraba un dejo de tristeza aunque estuviera en un evento de lujo y fiesta. En el presente las cosas no son muy diferentes pero últimamente se la puede ver más alegre y cerca a su esposo.