La relación entre Lady Diana Spencer, más conocida como Lady Di, y su madre, Frances Shand Kydd, fue una historia marcada por la distancia emocional y los desencuentros. Desde temprana edad, Diana enfrentó la ausencia de su madre debido al divorcio de sus padres cuando tenía solo seis años. Este acontecimiento impactó profundamente su vida y contribuyó a la complejidad de su relación en el futuro.
La separación de sus padres dejó a Diana con un profundo sentimiento de abandono, y la relación con su madre nunca logró recuperarse por completo. Frances Shand Kydd se volvió a casar y se mudó a Escocia, dejando a Diana y a sus hermanos en Inglaterra bajo el cuidado de su padre y personal doméstico. La falta de presencia materna afectó profundamente a la joven Diana y tuvo un impacto significativo en su autoestima y confianza en sí misma.
Con el tiempo, Diana trató de acercarse a su madre, pero los desencuentros continuaron. Frances Shand Kydd era conocida por su temperamento volátil y su falta de apoyo emocional hacia su hija. En su famosa entrevista con Martin Bashir en 1995, Diana reveló que su madre le decía que nunca sería reina y que su rol en la monarquía no era importante. Estas palabras tuvieron un efecto devastador en la autoestima de Diana y alimentaron su sensación de inseguridad.
A pesar de sus diferencias y distancias emocionales, Diana buscó encontrar una conexión con su madre y perdonar sus errores. Sin embargo, la trágica muerte de Lady Di en 1997 en un trágico accidente automovilístico en París dejó poco espacio para una reconciliación completa.
La relación entre Lady Diana y su madre, Frances Shand Kydd, es una historia dolorosa y compleja de una hija que buscaba el amor y el apoyo de su madre, pero que enfrentó desafíos y obstáculos que finalmente no pudieron superarse.