A lo largo de su matrimonio de más de 70 años, el príncipe Felipe de Edimburgo dejó una marca perdurable en la vida de la reina Isabel II a través de regalos significativos y cargados de simbolismo. Tres de los regalos más impactantes que el príncipe le obsequió a la reina son el icónico broche prenupcial, el anillo de compromiso y el brazalete de compromiso.
Broche prenupcial: Uno de los regalos más emblemáticos y queridos de Felipe de Edimburgo es el broche prenupcial que le dio a la entonces princesa Isabel antes de su boda en 1947. Este broche, conocido como el "regalo de bodas más dulce del mundo", presenta una rosa de rubí rodeada de diamantes. El rubí proviene de una tiara propiedad de la familia Battenberg, y el diseño fue elegido cuidadosamente para simbolizar el amor y la futura unión de la pareja real.
Anillo de compromiso: Antes de su matrimonio, Felipe de Edimburgo obsequió a la princesa Isabel un anillo de compromiso que deslumbró por su elegancia y significado. El anillo presenta un diamante de tres quilates montado en platino y rodeado por un aro de diamantes más pequeños. Este anillo es particularmente significativo ya que proviene de una tiara perteneciente a su madre, la princesa Alicia de Battenberg. El gesto de entregar un diamante de la propia familia de Felipe para el anillo de compromiso subraya su compromiso y conexión profunda.
Brazalete de compromiso: Otro regalo conmovedor es el brazalete de compromiso que Felipe de Edimburgo dio a Isabel antes de su boda. Este brazalete, elaborado en platino y diamantes, es una muestra de la atención y el cariño que el príncipe ponía en sus regalos. La elegancia atemporal del brazalete refleja la unión duradera que compartieron a lo largo de sus vidas.
Estos regalos no solo son valiosos en términos materiales, sino que también encarnan el profundo amor y compromiso que Felipe de Edimburgo sentía por la reina Isabel.