La última semana de agosto, la reina Sofía de España y su hermana, la princesa Irene, llevaron a cabo un viaje que resultó ser tanto simbólico como secreto, generando curiosidad y especulación en los medios. Este inusual viaje las condujo a Grecia, específicamente a Porto Jeli, donde su hermano, el recientemente fallecido rey Constantino de Grecia, solía residir.
El viaje fue secreto en el sentido de que no apareció en ninguna agenda pública y se mantuvo discretamente fuera del radar mediático. Esta discreción probablemente se debió al carácter íntimo y personal del viaje, que tenía un significado especial para la familia griega.
Para la reina Sofía, la familia es de suma importancia, y esto se refleja en su estilo de vida. Ha compartido su residencia en el Palacio de la Zarzuela en España con su hermana Irene durante muchos años, lo que demuestra su fuerte lazo familiar y su deseo de estar cerca de sus seres queridos.
La visita a Grecia, en la casa que su hermano Constantino ocupaba desde 2013, es un testimonio adicional de la importancia que la reina Sofía otorga a la unidad familiar. La mansión, ubicada en la pintoresca región de Argólida en el Peloponeso, ofrece impresionantes vistas del mar Egeo y la hermosa Porto Jeli, creando un entorno perfecto para la reflexión y el recuerdo de momentos compartidos con su hermano.
Aunque los detalles precisos de la visita no se hicieron públicos, es comprensible que la reina Sofía y la princesa Irene hayan querido pasar tiempo en este lugar significativo y rendir homenaje a la memoria de su hermano. La importancia de la familia y la conexión emocional con su legado se mantienen como aspectos fundamentales en la vida de la reina Sofía, independientemente de las obligaciones oficiales que pueda tener como miembro de la realeza española.