La Reina Isabel II, una figura icónica de la monarquía británica, dejó un legado político y cultural, sino también una profunda conexión con sus fieles compañeros caninos, los Corgis. A lo largo de su vida, la soberana convivió con una impresionante cantidad de perros de esta raza galesa, demostrando así su amor por estos fieles compañeros de cuatro patas.
Susan, fue la primera Corgi que recibió como regalo al cumplir los 18 años, hasta los cuatro que la acompañaron hasta sus últimos días, los lazos entre la Reina y sus perros trascendieron el tiempo y el espacio. La Reina también disfrutó de la compañía de los Dorgis, una peculiar mezcla entre el Dachshund alemán y el Welsh Corgi.
Nuevo hogar
Tras el fallecimiento de la monarca, surgió la incertidumbre sobre el destino de sus queridos Corgis, pero la preocupación pronto se disipó cuando se reveló que los perros encontraron un nuevo hogar en el Royal Lodge de Windsor, bajo el cuidado del príncipe Andrés y su exesposa, Sarah Ferguson. La elección de la pareja real no fue sorprendente, dado el amor compartido por los animales y la conexión especial que la duquesa de York tenía con la Reina.
Para la Reina Isabel II, sus Corgis no eran simplemente mascotas, sino miembros de su familia. Su estilista, Angela Kelly, compartió anécdotas sobre los momentos felices que la soberana pasaba junto a sus perros, disfrutando de largos paseos por los jardines de Home Park.
A pesar de las preocupaciones por posibles accidentes debido a la presencia de los perros, la Reina los consideraba una bendición y los adoraba profundamente. Su amor por los Corgis era tan grande que llegó a confesar que eran su familia, un testimonio conmovedor del vínculo especial que compartía con sus fieles compañeros caninos.