La elección de Qatar como país anfitrión de una copa del mundo ha sido cuanto menos controvertida. La FIFA siempre se ha jactado de ser una organización defensora del juego limpio y los derechos humanos y ha tratado de estar vinculada a organizaciones benéficas de todos los tipos. Pero no suena bien que encargue su máxima competición a un país que vulnera diariamente los derechos de la mujeres y de los trabajadores que construyeron los mega estadios en los que se disputarán los partidos.
El Mundial Qatar 2022 está a la vuelta de la esquina y los detractores cada vez se hacen notar más. Es ahora el momento de manifestarse y enseñar el descontento ya que los focos de atención comienzan a virar por aquellas latitudes y todo lo que se haga tomará mayor revuelo.
Un claro ejemplo de boicot ha sido el de Dinamarca en conjunto con Hummel, la marca deportiva que ha confeccionado su indumentaria. Han decidido que el logo de la empresa y el escudo de la selección sean casi imperceptibles en las camisetas con las que jugará ya que no quieren verse representados en un mundial donde el anfitrión vulnera diariamente derechos básicos de la mujer.
A esta movida se ha sumado Francia. Las autoridades locales han llegado a un acuerdo para no emitir ningún encuentro del campeonato en los lugares públicos y prohibir las fans zones. De esta manera harán la menor difusión posible de una competición a la cual no apoyan en lo absoluto. Lo curioso es que justamente Francia es el último campeón de la competencia y por ende el defensor del título.
Las mismas autoridades francesas han tomado esta decisión como una “crisis de conciencia de última hora” y agregan "Esta competición se ha convertido poco a poco en un desastre humano y medioambiental, incompatible con los valores que queremos que se transmitan a través del deporte y especialmente del fútbol" afirmaron desde Francia.