No cabe duda alguna que si no fuera porque es uno de los países más ricos del mundo jamás habría obtenido los derechos del Mundial de fútbol 2022. Los petrodólares y las mega fortunas de los jeques han hecho que la FIFA escoga ese país de medio oriente para realizar el primer mundial en tierras árabes. Apenas uno ingresa a Doha y los estadios nuevos realizados puntualmente para este evento se da cuenta que no han escatimado en lujos.
El ministro de Finanzas del Qatar, Ali Shareef Al-Emadi, ha asegurado que están invirtiendo la friolera de 500 millones de dólares (468 millones de euros) a la semana y en total desembolsará cerca de 200.000 millones de euros.
Sin ruborizarse ni un poco cuando comenzó el proyecto el ministro afirmaba: “Gastamos cerca de 500 millones de dólares por semana en los principales proyectos y eso va a continuar así durante los próximos tres o cuatro años a fin de conseguir nuestro objetivo, que no es otro que estar preparados para 2022”.
La cifras se han cumplido con creces y de este modo este mundial se transformó en el más caro de la historia. Los estadios son los más modernos del mundo por lejos y las mejores que se han realizado a nivel infraestructura en las ciudades ha sido monstruoso. Los trenes, los buses, las flotas de taxis, hoteles nuevos para poder recibir a millones de personas, el metro. Todo se ha montado especialmente para este mes de fútbol que se viene en tierras qataríes.
Todo este lujo trae aparejado las quejar y reclamaciones que provienen de todas partes del mundo por el maltrato y precarización laboral que sufrieron los trabajadores al momento de construir los trabajos. Denuncias afirman que más de 1000 obreros murieron por las pésimas condiciones en las que trabajaron. No todo lo que brilla es oro.