Estamos viviendo una etapa de la humanidad marcada por la contaminación del planeta y el calentamiento global. Todo esto hace que cada individuo tenga que tomar medidas drásticas con respecto a nuestras costumbres que pueden ser nocivas y contaminantes para la tierra. Las cosas no pueden continuar como las venimos haciendo pero también hay que saber cuáles son los pasos acertados y cuáles no.
Muchas veces nos vemos tomando acciones que creemos que son ecológicas pero no analizamos el trasfondo de todo ese movimiento que a la larga o a la corta pueden ser altamente contaminantes y no colaborar en nada con el objetivo final que es evitar la destrucción de nuestro planeta.
La primera que podemos tener en cuenta es el consumo de “alimentos ecológicos”. El problema con ellos es que muchas veces tienen que ser importados de sitios muy lejanos. Kiwis de Nueva Zelanda, aguacate de perú, manzanas de Chile, son todos alimentos que deben viajar miles de kilómetros y dejan una huella de carbono aún más perjudicial.
El uso de Cabify y Uber eats con el fin de no utilizar nuestro transporte y evitar la contaminación hace que estas empresas cada vez cuenten con más coches y se distribuyan por más sitios lo que indefectiblemente genera mayor emisión de humo. Que estas empresas crezcan solo trae aparejado mayor polución en nuestras ciudades, mejor movilizarse uno que poner más coches en las calles.
Otro punto importante es el cambio de coche por uno que consuma menos o que sea híbrido o eléctrico. La realidad es que en la producción de esos coches nuevos hay mucha más contaminación que en cualquier consumo de hidrocarburos. A la larga es mejor conservar un coche más antiguo que cambiar de modelo cada vez que surge uno con fuentes de energía más sostenibles.