Emma Stone goza de un prestigio ganado en Hollywood, pero llegar a ser una actriz reconocida y alcanzar los premios no fue nada fácil. Desde pequeña, sin embargo, siempre supo que quería ser actriz, por lo que no se rindió en ningún momento. Y si bien en el camino tuvo que hacer otras cosas para poder pagar las cuentas, en su horizonte siempre estuvo la meta de triunfar en Hollywood.
Y es que hay algo en la vida de Emma Stone que la ha caracterizado, eso es su perseverancia, no darse por vencida en la adversidad. La prueba es que, desde muy chica, siempre persiguió el sueño de ser parte del mundo del cine. Incluso, a sus padres les presentó un plan sobre cómo lograrlo. Pero no todo sucedió como ella había soñado.
En un momento pudo mudarse a Los Ángeles con su madre y fue allí que empezó a no perderse ninguna audición para llegar a conseguir un papel en alguna de las producciones de Disney. Sin embargo, siempre la rebotaron. De tomas maneras, Emma nunca se rindió.
Mientras luchaba para que algún productor de casting pudiera ver su talento, trabajó en una panadería especializada en productos para perros. Era su manera de colaborar con la economía de la casa y no era la primera vez que se sobreponía a una adversidad. Desde niña, Emma Stone sufrió ataques de pánico, los cuales pudo sobrellevar gracias a la terapia.
Finalmente, de a poco, llegaron sus primeros papeles en pequeñas producciones. Hasta que llegó su participación en El increíble Hombre Araña. Luego aparecieron más papeles que la llevaron a la consagración y a la historia que más conocemos. Llegó el Premio Oscar por su protagónico en La La Land y su última gran producción y estrellato total: Cruella.