Mónica Sotos dejó de lado su trayectoria como artista cuando supo que sería madre. Se vio obligada a abandonar el pincel, pero su pasión por el arte nunca se desvaneció. Su experiencia personal sembró dentro de ella el deseo de impulsar a aquellas artistas que intentaban abrirse camino en el mundo artístico.
Impulsada por la convicción del arte como herramienta de transformación social, Sotos se dio a la tarea de abrir espacios y fungir como puente para visibilizar las creaciones femeninas que denuncian intereses colectivos.
Así reunió a once mujeres de distintos contextos geográficos y disciplinarios entre los estantes de la librería de la calle Buen Suceso 14, para abrir una conversación entorno a las herencias femeninas, los dolores, las conquistas y las experiencias compartidas.
“He querido poner en diálogo a creadoras de distintas generaciones y latitudes trazando una cartografía que nos define, pero también nos hermana,” explica la curadora.
En uno de los muros de la sala del fondo, el rostro de una mujer mira al horizonte con la palabra No entry pintada sobre su pecho. Se trata de un dibujo de la artista visual María Acha-Kutscher. Fue generado a partir de una fotografía tomada en una manifestación en contra de la violación en la India. Forma parte de una colección titulada Indignadas.
Susana Guerrero cuenta que “crea para entender las cosas que le suceden”. Su obra tiene forma de un corazón humano, hecho de cerámica esmaltada y tejido con cables rojos y azules. Se titula Autopsia del mito y “tiene que ver con el hecho de ser atravesada y devorada desde dentro, que es lo que sucede durante la maternidad,” explica la artista.
Liliana Ang utilizó en sus obras la pintura y el bordado como una forma de honrar los conocimientos de las mujeres y estar cerca de esa técnica que le enseñó su abuela cuando era niña. “El arte es una herramienta vital para los humanos, nos permite comprender los procesos y los cambios que habitamos," afirma la artista mexicana.
En 1929 Virginia Wolf deseó para las mujeres un espacio propio donde poder crear con libertad. Casi cien años después la lucha aún continúa.
Entre libros y miradas cargadas de sororidad, las artistas se adueñan del espacio para crear su propia habitación y ejercer su derecho a denunciar y hacer arte desde los saberes heredados.
Las obras de Theda Acha, María María Acha-Kutscher, Liliana Ang, Elizabeth Casasola, Arancha Goyeneche, Susana Guerrero, Elena Jiménez, Jimena Kato, María Ortega, María Platero y Marta Serna estarán expuestas al público hasta el 25 de noviembre.