Adentrarse en este alojamiento rural de mediados del siglo XIX es trasladarse a un ambiente de máximo confort y donde la desconexión y la tranquilidad está asegurada.
Un buen día Ana Luque y Ángela Adrover decidieron dar un giro de 180 grados a sus vidas y se sumergieron, con buen olfato, en el difícil mundo empresarial. Invirtieron todos sus ahorros y se metieron en un “hipotecón” para hacer realidad el sueño de ambas. ‘La Bendita Locura’, un bello y pequeño alojamiento rural con un encanto al alcance cualquier soñador, romántico y que quiera vivir una experiencia única e inigualable. El nombre de este proyecto no es casual sino que cuando Ángela y Ana les contaban a sus más allegados este proyecto de vida les decían “estáis locas” y no tardaron en bautizar a este paraíso en mitad de la campiña jerezana ‘La bendita locura’.
Este alojamiento rural, es paz, es sueño, es esfuerzo, es el resultado de mucho tesón y trabajo lo que hay detrás de este negocio que a día de hoy es el ‘motor’ de las vidas de esta pareja que un día dejaron la ‘locura’ de la ciudad para trasladarse a su ‘bendita locura’, el campo, donde son inmensamente felices.
En el kilómetro 2 del Camino del Tejar, a la que se accede por la carretera Jerez-Rota se ubica esta casa que data del 1852, casi dos siglos tiene este lugar que ha sido habitada por Ángela y Ana tras una espectacular transformación. “Fue un proceso largo y duro el de la reforma pero el resultado no ha podido ser mejor. Estamos encantadas viviendo en el campo. Tenemos nuestro huerto, nuestras gallinas, aquí en este espacio somos inmensamente felices. Tenemos la ciudad; Jerez, El Puerto, Cádiz a escasos kilómetros y eso la verdad es que es una gran ventaja”, nos comenta Ana Luque.
Ana Luque y Ángela Adrover, dejaron sus trabajos para apostar a caballo ganador por este proyecto y sueño de vida que a día de hoy es un sueño hecho realidad. “Vendimos todo lo que teníamos e invertimos todos nuestros ahorros en la bendita locura, pero más que un negocio es nuestro proyecto de vida”. Ana Luque vivía cómodamente en Jerez de la Frontera con un despacho de Asesoría Fiscal con muchas horas a sus espaldas. Su compañera de vida lo hacía igual, dado que las dos trabajan en el mismo despacho. Vivían tranquilas y sin complicaciones pero algo les decía que tenían que cambiar su ritmo y su hábitat y de repente un día deciden dar este paso, y trasladarse de la ciudad al campo, un hecho que cada vez es más habitual en familias que prefieren la tranquilidad y el turismo rural como estilo de vida.
Pero es que este alojamiento rural es un lugar donde el que va no quiere irse. Sus propietarias han hecho de él un espacio único, diferente, acogedor e impregnado de su esencia y sello. Se respira la brisa de esos viñedos, cuenta con quince hectáreas, donde cada año sacan una curiosa producción que ellas mismas llevan a cabo. Un cambio de vida radical, “una locura”, como ellas reconocen pero ¡bendita locura! Actualmente “tenemos por delante un hipotecón del quince no queremos salir de aquí ni loca”, nos cuenta Ana Luque. Por ello trabajan codo con codo en esta aventura y por el momento los números van saliendo a su favor. Pero nadie dijo que esto fuera fácil. Detrás de todo esto hay muchísimo trabajo que ellas sacan adelante.
Este espacio abrió al público en 2019 y desde entonces hasta ahora la agenda no ha parado. Cada día es diferente, con nuevos proyectos, con retos fascinantes que hacen que Ana y Ángela se levanten con mucha ilusión para sacar adelante este bello alojamiento catalogado como Patrimonio Histórico de Andalucía.
Con muchas horas de trabajo, muchas horas de falta de sueño pero con mucha ilusión, esta encantadora pareja vivió prácticamente día y noche en la reforma de esta casa de viña situado en un lugar privilegiado. “La estructura de la casa no la podíamos tocar, hemos adaptado tres habitaciones. No queremos que la gente tenga la sensación de estar en un hotel”, nos cuenta Ana mientras paseamos por las distintas estancias de la casa. Por ello cada habitación es única. Todas tienen una decoración diferente pero lo único que si tienen en común son las impresionantes vistas a la campiña jerezana. Es un remanso de paz y de sosiego que cura las mentes y el alma. Albariza, Syrah, Petit Verdod y tintilla de Rota. Cada habitación lleva los nombres de las variedades de uva que Ana y Ángela cultivan en sus 15 hectáreas de viñedo. De estas quince, la pareja decidió quedarse con una para elaborar su propio vino que poco a poco va adentrándose en la restauración. “Tenemos el certificado de vino ecológico, hacemos todo a mano, vendimiamos, embotellamos, encorchamos, es algo muy bonito. La verdad que el vino está teniendo muchísima aceptación. Ya nos lo han pedido varios restaurantes de la zona”, comenta emocionada Ana Luque.
Aquí, en este bello rincón de la campiña jerezana, uno se siente como en casa, “es nuestro principal objetivo que las personas que vengan a nuestra casa se sientan así y no como si estuvieran en un hotel”. “Queremos que estén cómodas, que desconecten, que disfruten al máximo de la estancia”.
Tanto a Ana como Ángela, les encanta recibir gente. De hecho siempre tienen huéspedes y han recibido clientes de diferentes partes del mundo. “Es una experiencia maravillosa y reconfortante, hemos conocido a muchísima gente que a día de hoy llaman para interesarse por nosotros”, comenta Ana.
Estas dos soñadoras que trabajaron durante dos años de una manera intensa y sin tregua, son felices con los resultados que este ‘proyecto de vida’ les está dando. Cada día es un amanecer nuevo con inquietantes proyectos pero con ilusión y también algo de miedo lo sacan hacia adelante, pues a trabajadoras no hay quien gane a esta pareja emprendedora y hospitalaria.
Pero La Bendita Locura no sólo es un espacio de alojamiento rural, aquí se pueden vivir otro tipo de experiencias igual de fascinantes y atractivas que el resto de actividades que allí acoge este rincón campestre. Desde bodas, bautizos, comuniones hasta actividades relacionadas con el mundo del vino. Catas especializadas, visitas guiadas con degustaciones, celebración de eventos, vendimia familiar y nocturna y restauración de la que está al frente Ángela Adrover. Igualmente se llevan a cabo cenas con observación astronómica y desde hace un par de años Ana y Ángela decidieron celebrar el Día de Muertos con una cena para celebrar a aquellos que ya no están, recordando momentos felices y brindando por ellos, una tradición que se celebra en México cada 31 de octubre para festejar a los seres queridos fallecidos. La cena de este evento fue un maridaje de margaritas con diferentes tacos mexicanos elaborados por FoodieCádiz. Una divertida idea que tuvo una gran aceptación y que ya se ha convertido en una cita imprescindible en el calendario de La Bendita Locura.