París ha deslumbrado al mundo con la XXXIII inauguración del evento deportivo más relevante del año, con una arriesgada y espléndida puesta en escena en los más icónicos lugares y rincones de la capital francesa.
Ninguna ciudad se había atrevido a celebrar este magno evento fuera del estadio. El monumental patrimonio arquitectónico, cultural y artístico de París con su emblemático río Sena, han albergado una ceremonia de inauguración que ya es un hito y que ha quedado en la memoria colectiva de millones de personas por la originalidad con la que se concibió.
Emoción y euforia en el ambiente entre las 200 delegaciones que participan, entre los 15 millones de turistas que no han querido perderse este suceso y entre los franceses, que han marcado la diferencia. Inolvidables instantáneas cuando decenas de embarcaciones surcaron el Río Sena para transportar a los más de 8,000 deportistas que ondearon con orgullo su bandera y que sueñan con ganar muchas medallas.
Las actuaciones de Lady Gaga y Céline Dion sellaron con bellas canciones la velada, que terminó con el encendido de la luz que brillará durante las siguientes semanas en la Plaza del Trocadero delante de la Torre Eiffel. Entonces se vivieron momentos mágicos cuando se convirtió en un fuego volante que se elevó sobre el cielo de París y una esplendorosa cascada de luces emanó de la Torre Eiffel.
La Ciudad Luz se iluminó como nunca. París tiene el apelativo de “Ciudad Luz” porque fue la primera capital europea que tuvo alumbrado público de gas, a principios del siglo XIX. Si bien, otras teorías sostienen que París fue el faro que guio a los intelectuales que en los siglos XVII y XVIII crearon el movimiento de la Ilustración, luz del saber y la razón.
Esta serie de encuentros en nombre del deporte son los más sostenibles de la historia y con más igualdad de género. Se están usando energías renovables en aras del medio ambiente. El impacto económico que obtendrá la capital francesa se calcula en torno a los once mil millones de euros.
El diseño de las medallas constituye sin duda una gran novedad. Cada una de las 5048 placas lleva incrustado un trocito de metal de la Torre Eiffel, exactamente 18 gramos. La forma es hexagonal en alusión a la extensión geométrica de Francia y la idea de fundir el metal de la célebre Torre Eiffel con el oro, la plata y el bronce, era reflejar el resplandor de París en este universal evento deportivo. Las medallas de oro pesan 529 gramos, las de plata 525 gramos y las de bronce 455 gramos. El diseño de las medallas es responsabilidad del comité organizador de la ciudad anfitriona y suelen ser distintas en cada edición.
La capital parisina está blindada. 45,000 agentes de la gendarmería francesa, 10,000 militares y 1500 policías procedentes de otros países velan por la seguridad. La alerta antiterrorista es extremadamente alta, ante cualquier eventualidad de un atentado. La vigilancia es por tierra, agua y aire. Drones y helicópteros sobrevuelan la Ciudad Luz y se ha instalado una amplia red de radares. En numerosas azoteas hay francotiradores. Se pusieron 44,000 vallas en un gran perímetro de París y varias estaciones del metro cerraron temporalmente. No se puede cruzar el Río Sena y para acceder en determinados puntos, se necesita un Q.R. Para millones de visitantes es comprensible, mientras que los capitalinos se han armado de paciencia. París bien vale una misa.