Una costumbre que muchos tienen en la noche es tomar una copa de vino para relajar el cuerpo luego de una intensa jornada de trabajo. A su vez, si llegamos a tener algún encuentro social lo más seguro es que pidamos un poco de vino para disfrutar de un buen momento con algo delicioso y suave.
El vino es una de las bebidas alcohólicas más populares del mundo. Llevamos siglos bebiéndolo y es poco probable que nuestro amor por él desaparezca. A muchos nos gusta tomar una copa (o dos) al día, pero ¿hasta qué punto es bueno o malo para la salud? Casi todos sabemos que el exceso de alcohol puede ser perjudicial para la salud, pero ¿Qué hay del consumo moderado de vino?
Una buena noticia es que bebiendo un poco de vino todas las noches nuestra presión sanguínea puede mejorar de manera considerable con respecto a los no lo beben. Es un buen vasodilatador y a la vez es antioxidante por lo que será de gran ayuda para el torrente sanguíneo. Es importante saber que si bebemos con mucha frecuencia muchas cantidades tendrá el efecto contrario y la presión arterial se disparará generando dificultades a todo el cuerpo.
Los médicos lo recomiendan para las personas que cuentan con problemas cardíacos. Esto se debe a que el vino tinto contiene polifenoles antioxidantes, siendo el resveratrol el más relevante para este efecto. Otro gran beneficio de los compuestos polifenólicos del vino tinto es que pueden mejorar la sensibilidad a la insulina. Esto directamente reduce las posibilidades de contraer diabetes tipo 2.
Evidentemente como toda bebida alcohólica se debe tomar con moderación, si ya contamos con una dependencia del vino es momento de hablar con un profesional de la salud ya que podría ser una adicción y esto debe tratarse cuanto antes.