El aceite de soya, a menudo eclipsado por sus contrapartes más populares como el aceite de oliva y el de girasol, es un verdadero tesoro nutricional. Aunque menos conocido, este aceite vegetal ofrece beneficios significativos para la salud. En este artículo, exploraremos sus propiedades y desmitificaremos su mala fama.
Una de las mejores ventajas del aceite de soya es su alto punto de humo, que alcanza los 230°C. Esto lo convierte en una opción ideal para freír y cocinar a altas temperaturas sin riesgo de descomposición. A diferencia del aceite de girasol, que se quema fácilmente, el aceite de soya mantiene su integridad durante la cocción.
Grasas cardiosaludables
El aceite de soya es rico en grasas poliinsaturadas, como los ácidos grasos omega-3 y omega-6. Estas grasas benefician la salud cardiovascular al reducir el colesterol LDL (colesterol “malo”) y proteger contra enfermedades del corazón. Además, el omega-3 contribuye a reducir la inflamación y fortalece el sistema inmunológico.
Apoyo a la salud ósea
El aceite de soya es una fuente rica en nutrientes esenciales que contribuyen significativamente a la salud ósea. Este aceite contiene una alta concentración de vitamina K, un nutriente crucial para el mantenimiento de huesos fuertes y saludables. La vitamina K desempeña un papel vital en la regulación del metabolismo del calcio en el hueso, ayudando a prevenir la pérdida de densidad ósea y, por ende, reduciendo el riesgo de osteoporosis.
Además, el aceite de soya es una excelente fuente de ácidos grasos omega-3, que tienen propiedades antiinflamatorias. Estos ácidos grasos son esenciales para mantener la integridad de las membranas celulares en el tejido óseo, promoviendo una mejor absorción de nutrientes y una menor degradación ósea. Incorporar aceite de soja en la dieta puede ayudar a mejorar la densidad mineral ósea y mantener la salud general del esqueleto, especialmente en personas mayores y en aquellas con riesgo de enfermedades óseas degenerativas.